Ruta de La Huerta y El Mar

Desde el siglo XIX, las familias huertanas se dirigían a Los Alcázares cada mes de agosto, coincidiendo con el ciclo lunar, para tomar los nueve baños que conformaban el ancestral rito de ‘los novenarios’. El novenario consistía en tomar nueve baños durante la estancia estival en Los Alcázares, baños que necesariamente no había que tomar uno cada día, bien podían tomarse varios en un día, siempre que fueran impares, lo mismo que los días en los que se tomaran que también debían ser impares (tres, cinco, siete, hasta nueve).

Según la leyenda histórica, el origen de esta tradición procede de cuando Alfonso X el Sabio hizo bañarse en la laguna marmenorense a su esposa Doña Violante, con el fin de remediar la falta de heredero. Asegura la leyenda que este ‘novenario’ surtió efecto.

Cuando la faena en la huerta llegaba a su fin y la cabañuela pronosticaba como iba a ser la meteorología en los días sucesivos, los huertanos abandonaban la faena cotidiana, almacenaban azadas, legones y corvillas y se disponían a cambiar los paisajes huertanos por los de las playas de Los Alcázares.

Las familias huertanas, entusiasmadas con su merecido descanso, cargaban en sus carros el “ato” -incluidos los alimentos, la manutención- que iban a precisar durante su estancia en Los Alcázares y emprendían viaje al atardecer, en vísperas del día de la Virgen, 15 de agosto.

Más de cien años nos separan de un texto impreso en un folleto de promoción del Balneario de la Encarnación que decía ‘Atraídos los habitantes de la Huerta y campos vecinos, por las bellezas del sitio y el mar, impuestos por la necesidad del reposo al cabo de todo un año de trabajo, empezaron a visitar la playa durante los enervantes calores estivales, e inmediatamente después de efectuada la recolección de cereales. A Los Alcázares acudían en sus carruajes en casetas donde se despojaban de sus vestidos y permanecían en el baño durante gran parte del día… Y cuando no eran considerados los carros como suficiente albergue o se tenían medios para hacerlo, constrúyanse tiendas de campaña más o menos espaciosas, chozas o barracas con lonas, colchas retaleras, sábanas… en donde permanecían en continuado jolgorio o reparador e higiénico reposo…hasta ocho o diez días.’

A su llegada a Los Alcázares, montaban sus barracas en las zonas de Las Palmeras y El Carrizo y, a continuación, procedían a tomar los baños, siguiendo una estricta norma de origen inmemorial, la del ‘novenario’. Este ancestral rito consistía en la toma de exactamente nueve baños, realizados con tal precaución, que muchos de los huertanos se adentraban en el mar aferrados a una cuerda atada a una estaca clavada en la orilla. Según el clamor popular, estos ‘novenarios’ garantizaban una buena salud para todo el año.

Los huertanos amenizaban su estancia en las playas de Los Alcázares con cante y baile, interpretando jotas huertanas, seguidillas, parrandas y malagueñas, sobre la arena, consiguiendo, durante unos días, que la Huerta se asomase al Mar Menor, desde el hermoso balcón de Los Alcázares.

Estos rituales se conmemoran cada año como pórtico a la Semana Internacional de la Huerta y el Mar con la realización de la “RUTA DE LA HUERTA AL MAR” de desde el año 1997 organiza cada primer fin de semana de agosto la Federación de Peñas Huertanas de la Región de Murcia en una señera colaboración con la programación de Los Alcázares.